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jueves, 22 de septiembre de 2016

La vida de Adèle


La vida de Adèle sigue resonando en mi esófago desde que la vi por primera vez, pero ¿por qué me resulta tan difícil escribir sobre ella?
Quizás porque los sentimientos más profundos no se explican con palabras….Y es que esta película atípica se adentra en diferentes cuestiones, como el arte, la amistad, el deseo, la búsqueda, la aceptación…pero debajo de todas esas capas queda lo más esencial, el AMOR, siendo este su núcleo principal. 

Sí, es una historia de amor por encima de cualquier connotación que quieran darle. No creo que catalogarla como una película homosexual sea lo más acertado, pues lo que veo es la relación entre dos jóvenes que se enfrentan a sus miedos, sus dudas, y se entregan sin reservas a ese primer amor que penetra hasta las entrañas.

Su estilo y contenido no la hacen apta para todos los públicos, pero Abdellatif Kechiche consigue mostrar el sexo lejos del morbo y la pornografía. Aun así, su estreno estuvo rodeado de polémica, no sólo por las explícitas imágenes sexuales lésbicas, sino por el método sombrío de su director para extraer lo mejor de las actrices. A pesar de la controversia que suscitó, obtuvo una merecida Palma de Oro en la 66º edición del Festival de Cannes.

Intensa, honesta y cercana. Sus tres horas de duración no se hacen largas, incluso me dejan con ganas de una segunda parte, mérito tanto de Kechiche como de las actrices protagonistas. Mención especial a Adèle Exarchopoulos, quien roza los límites de la interpretación, cautivando al espectador con su apariencia dulce y la naturalidad de sus gestos.

En su mirada podemos leer la inseguridad, la confusión, la ilusión, la decepción, la curiosidad o la timidez que experimenta en cada momento. Adèle se desnuda a todos los niveles mostrando todo lo que siente, y haciéndonos sentir sus emociones como si fuéramos ella misma. A esto le ayuda el acertadísimo recurso de los primeros planos, que nos permite observar cada expresión de su rostro, hasta conocer y entender cada mueca, cada sonrisa, cada lágrima…

Y como casi toda buena película, viene acompañada de buena música. Aunque La vida de Adèle no cuenta con una banda sonora original, utiliza música diegética en diferentes escenas. Este tipo de banda sonora es la que suena donde ocurren los acontecimientos narrados, es decir, los espectadores escuchan lo mismo que los personajes. Hay dos temas que me engancharon desde que los escuché en esta película por primera vez: el remix de "I follow rivers", de la cantante Lykke Li, y 
"On lâche rien", de la banda HK et Les Saltimbanks, ¡todo un himno reivindicativo!


                                 


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